miércoles, diciembre 28, 2005

Pregunta sobre existencia del Limbo.

¿Donde van todas las biromes que se pierden? Es una pregunta que insiste en mi vida, aunque me doy cuenta que habría que ampliar la pregunta. Después de todo, ¿qué se pierde con una birome? Algún dinerillo quizás, pero es un objeto inerte, que simplemente reposa en su escondrijo, sin alterar ni alterarse. Quizás hay alguna letra que se lleven consigo, algún texto, anotación. Pero, después de todo, un siempre consigue otra birome de reemplazo, por vía de kiosko, o préstamo. El limbo contiene otras cosas que albergan potencialidades más complejas. ¿Qué pasa con nuestros hijos no nacidos? ¿Con nuestros espermatozoides malogrados?, y fundamentalmente, ¿con las bandas que no pudieron ser?
Una vez me encontré diciendo frente al público, que siempre había que pensar que cuando actúa un conjunto en un escenario, por malo que sea, se está produciendo un pequeño milagro. Puede que no dure más allá que ese instante. Ocurre que desaparecen aún cuando las animan ideas creativas poderosas, o proyectos compartidos por todos. Lo que se hizo se recuerda con nostalgia, tristeza, y se lo trata de elaborar. Pero lo que duele más es lo que no pudo ser, lo que podría haber sido. No ha de ser muy distinto a cuando se muere alguien joven. O peor aún, cuando desaparece algo antes de que operara sobre ella el azar y el devenir. Algunos se entretienen pensando qué sería si Bix o Brownie hubieran vivido más años, si Parker pudiera juntarse otra vez con Gillespie, u otros dream-team de gigantes que nunca tocaron juntos. No es un ejercicio que me interese mucho. A lo mejor, de haber sucedido, darían resultados obvios, pero decepcionantes. Es lo insólito de juntar piezas disímiles, aún desparejas, lo que a veces produce un acontecimiento. Pero bueno, demasiadas veces los proyectos que generamos en la perisferia, en la aldea, apenas insinúan su promesa, estallan, y desaparecen.
El 23 de Diciembre falleció el banjista Aníbal Betinotti. Me pidió tantas veces que tocáramos juntos. Salvo alguna jam furtiva, eso nunca sucedió. Creo que nunca pensé que podríamos haber hecho juntos. A lo mejor me faltó imaginación.

martes, diciembre 20, 2005

17-12-05 JRT en la inauguración del nuevo Teatro Guemes

Lo que alguna vez fué La Subasta, fué re-inaugurado el sábado pasado como Teatro Guemes. Ferio nos convocó un día antes a actuar en la inauguración. No es usual que participemos de eventos de alta farándula, pero ahí estábamos, plantados en un extremo del escenario, tocando lo que fué interpretado como música incidental. Ferio no tenía micrófono para aleccionar al público, y en general era obvio que constituímos un detalle más decorativo que otra cosa. Mientras tocábamos la gente ingresaba a la sala, se saludaba, conversaba etc. El resultado fué que nos pusimos bastante nerviosos, y en lugar de estar aprovechar la naturaleza poco comprometida de la situación, nos esforzábamos por ser escuchados, y en consecuencia tocamos bastante mal. Eso sí, hubo una gratificación económica por nuestra actuación, de modo que al menos nos fuimos con la satisfacción de llevar el pan para nuestros pobres hogares.
Se trata de un espacio que dejó de tener aquel formato adaptado al modelo café concert, con mesas en dos niveles y gradas laterales. Ahora tiene la estructura tradicional de un teatro, con butacas para 600 personas. No deja de dar cierta nostalgia el cambio, puesto que era un lugar especialmente adecuado para espectáculos musicales de buen nivel. Ahora pareciera adoptar un perfil más teatral, pero ige le deseamos éxito a sus actuales dueños, Pablo Perez Iglesias, y el productor capitalino Javier Faroni...pero que no se olviden de los músicos.

miércoles, diciembre 14, 2005

1er.Festival Jazz en la Villa -(Villa Gesell) 9-12-05 al 11-12-05

Se tarda algo menos de una hora y media para llegar en auto a Villa Gesell desde Mar del Plata. Teníamos especial interés en participar en la experiencia inaugural de un festival de jazz allí, y teníamos curiosidad por las características que iba a asumir.
Estaba anunciado que Nano Herrera daba una conferencia el viernes 9 , que varios conjuntos actuaban el sábado 10, y que se cerraba con otra charla de Nano relatando su encuentro con Julio Cortázar el domingo 11. Nuevos compromisos laborales de nuestro banjista, Andrés, y otras limitaciones , nos impusieron salir recién el 9/12 a la tarde. Cargamos todo en el Citroen, ¡contrabajo y todo!...y partimos al "pomeriggio" del sábado.
Llegamos temprano al Anfiteatro del Pinar, donde alguna vez habíamos actuado con la histórica Viva Buddy Bolden. Se trata de un hermoso escenario al aire libre, complementado por instalaciones de alojamiento, usado generalmente por grupos corales. Con mucho tiempo nos fuimos ubicando y haciendo una breve prueba de sonido bajo la supervisión del sonidista Roberto Farinola y su socio., mientras se instalaban los equipos de grabación del canal de cable local Gesalel . El recital comenzó con el crepúsculo de un día soleado pero frío. No precisamente alentador para el público, que tímidamente se fué acercando al anfiteatro. El perfil musical del festival marcó una tendencia al jazz avanzado, ejecutado por músicos jóvenes y muy talentosos. Fué sorprendente tomar contacto con gente que está produciendo jazz de muy buen nivel, pero que son desconocidos por quienes sólo contamos con la información de una columna de La Nación.
El Dúo Fernández-Domenicucci arrancó con un repertorio de tono delicado e intimista, y de bella sonoridad. Fueron sucedidos por el Trío Karaboo, cuya nota más dinstictiva fué su originalidad. Tienen una estética peculiar que se refleja tanto por su imagen en el escenario como por su sound peculiar, y composición intrigante. Todo clima de sutileza fué destrozado por la aparición de nuestro JRT. Con nuestro habitual despliegue demagógico azuzamos el aplauso de los ingenuos. Nuestro entretenimiento al menos retuvo el público un poco más, ya agredido por el frío de una noche bella pero gélida. Luego aparecieron en escena los músicos del cuarteto Viejo Cactus liderados por el contrabajista Carlos Alvarez. Hicieron un set que recogió el desafío de la vanguardia, y quien escribe este relato se moría de envidia por no poder sumarse a la cautivante improvisación colectiva de proponía este grupo. La noche se cerró ante los más resilientes del publico con la actuación de la cantante Flo Graselli y sus músicos, que cerraron el evento dignamente con standards tocados de un modo clásico y convincente.
En resumen, buena música, buena técnica, organización y felicidad.
Hubo algunas características notables que quizás anuncien sucesos futuros:
a) Más saxofonistas mujeres que varones.
b) Más contrabajos que bajos eléctricos.
c) Los baterístas se sonreían al tocar.
José Luis Stramigioli (Gesalel) y Marcelo Di Luciano (librería El Ventanal), fueron los que lucharon por la realización de este encuentro, y les corresponde el honor de haber abierto un evento que pude ser central en el calendario de festivales. Deben de haber sufrido por muchas cosas, pero su actitud temeraria alcanzó su cenit con la realización de un asado final, donde entre otros glotones, hubo que alimentar a Nano Herrera.
Huimos temprano al día siguiente. El sol de la madrugada acariciaba las dunas. Cuando salíamos a la ruta, dejebamos una Villa Gesell que reposaba pensativa. Sabemos que allí se organizan muchas cosas para atraer el movimiento turístico. Esperemos que el jazz se pueda sumar definitivamente a su caja de recursos.