lunes, octubre 20, 2014

Dos dúos

Viernes 17 /Oct. - Bodega del Auditorium- Ernesto Snajer y Luvi Torres

Sábado 18/Oct.- Alianza Francesa - Victoria Gianera y Julia Sanjurjo


Fue una coincidencia que en el mismo fin de semana se presentaron dos dúos, que aunque abordaran géneros distintos, tenían el mismo formato de instrumentista y cantante.


La Bodega del Auditorium estaba colmada el viernes pese a la poca difusión. Por cierto que era un regalo poder escuchar a este dúo gratis, gracias a la gestión de Fernando Rodriguez de la Secretaría de Cultura de la UNMDP.   La propuesta podría enmarcarse dentro de un post-folklore, aunque quizás mantenga vigencia aquella denominación del Chango Farías  Gomez de música MPA (Música Popular Argentina) Ernesto Snajer  ha desarrollado toda una técnica en el uso del sonido procesado pero con una economía y discreción que lo deja a salvo del mal gusto. En los momentos en que encara un solo improvisado despliega un fraseo ágil y fluido.
Luvi Torres luce en el escenario casi frágil y etérea, pero su gesto musical es fuerte, y su voz tiene una cualidad terrosa que sorprende. Se acompaña frecuentemente con bombo y caja peruana, y tiene esa cualidad espontánea de los talentosos. Parece muy joven. Se me ocurre que con un poco de maduración podrá lograr la participación del público de un modo   menos escolar, y ya no necesitará enfatizar la simpatía que posee naturalmente

El sábado en la Alianza Francesa fue ocasión de escuchar música más académica, dentro de los parámetros inaugurados  en el Siglo XX . Allí los compositores fueron Gandini, Debussy, Ives y Messian. Toda una fiesta para quienes tenemos interés en escuchar música más cercana a nuestros tiempos.  El apellido Gandini me genera reverencia. Dos hermanos, ambos geniales,  bifurcaron en músicas y vidas totalmente opuestas.  Se escuchó una obra de Gerardo, el músico formal y vanguardista.  Composición que parecía una sucesión de intervalos que por su lejanía resultaban difíciles de reconocer, dificultad incrementada por zonas de dudosa afinación del piano de la Alianza.  Luego los Images de Debussy. Compuestas mucho antes (1905) que la sonata de Gandini, daría la sensación que la música del francés añeja mejor. Por el programa de mano supimos que Alicia Gianera nació en 1995, dato que resulta algo perturbador (el año en que Gandini compuso su sonata)...a los 19 años, semejante maestría intimida.
Charles Ives y Olivier Messiaen proveyeron el material que abordó Julia Sanjurjo. Ahí se pudo apreciar. en el marco más adecuado, la formación musical que hace que nos haya sorprendido tanto cantando standards. No es justo decirle que abandone el campo de lo llamado "popular", pero, ¡que placer es escuchar su solvencia para interpretar música que no perdona la impericia!.  Igualmente voy a hacerle una pequeña crítica. Su pronunciación es tan buena que genera un efecto paradójico: magnifica los pequeños errores de dicción, al menos en inglés. No puedo opinar del francés, soy lego, pero me pareció convincente.

martes, octubre 14, 2014

El polo opuesto

10 de Octubre - Bar La Guagua - Pablo Ledesma (spr.sax) / Martin DeLassaletta (db.bass)

El horario que siempre me pareció más apropiado para tocar es el de la tardecita...y creo que debería ser el más conveniente para un público más interesado en lo artístico que en lo social. Pero no eran las 7 pm (cuando se había convocado a las 6 pm) y no había más que un puñado de amistades en un bar que ni siquiera había abierto a la hora anunciada. Eventualmente arrancó el set, y entonces sólo fue importante la música. Aquí el modelo fue diametralmente opuesto al que ocupó mi post anterior.
Pablo Ledesma hace tiempo que ocupa un lugar importante en la escena del improv , trascendiendo nuestras fronteras, ya que participa con los principales referentes de la escena europea. Según cuenta, el movimiento se encuentra en cuarto menguante en europa, aunque está lo suficientemente establecida como para mantener un nivel de actividad que lo mantiene vigente. Pese a sus variantes, sigue siendo una escuela que contradice radicalmente el gusto corriente, y requiere del auditorio una escucha activa. Si la expectativa es adocenarse en una referencia a lo conocido y habitual, lo único que puede producir es rechazo.  
El dúo de saxo soprano y contrabajo también presenta  una aparente contradicción. Se trata del instrumento más pequeño de las cañas, con el más grande de las cuerdas.  Pero el contraste tímbrico que implicaría complementación entre agudos y graves, se complejiza cuando los sobretonos que puede producir el saxo soprano se entrelazan con los armónicos que puede  generar el noble gran encordado.
Pero lo importante a destacar en un dúo semejante, es su forma de dialogar. Martin DeLassaletta es un artista. Agrega sensibilidad a cualquier contexto en la que participa, pero es en la improvisación libre donde muestra su mayor flexibilidad.  Aún utilizando los recursos más extremos en términos de técnicas extendidas, no se pierde en un devaneo individual, sino que siempre está conectado con el acontecer compartido.
Los sonidos se cruzan, se separan, se juntan en una danza que genera imágenes coreográficas. A veces hay una distancia máxima en lo que cada gesto propone, y otras veces se coincide en sincronía. Es interesante que el dúo no se encierra en una premisa dogmática que puede prevalecer en este tipo de música, como la de oponer sistemáticamente lo que propone el otro. Hubo momentos en que se tocó dentro de un marco totalmente tonal, melódico incluso. El instrumento intervenido de Martín podía estar susurrando de un modo casi a-interválico, mientras el frulatto de Pablo acompañaba como si fuera un de palo de agua. Había entonces un encuentro que conciliaba con la expectativa común.
Ahora bien, está establecido que la música improvisada ya no se siente tributaria del jazz, aunque la  consigna de la improvisación los sigue emparentando. ¿Cuál es el obstáculo que me impide abrazarlo como mi modo de interpretación excluyente?- Un problema es que es heredera de una tradición estrictamente occidental y europea. Podrá aludir a otras músicas del mundo o étnicas, pero quiebra el eje que une al jazz con África. Hay una prescindencia del pulso. Podría decirse que el oyente puede generar la percepción de una suerte de supra-pulso, como una corriente subterránea que no se explícita, pero eso exige del receptor un ejercicio intelectual. Hay una disociación típicamente eurocéntrica con el cuerpo. Por supuesto que hablo de mi sensibilidad personal. Nada invalida las múltiples formas en que puede concebirse la música. 
  

sábado, octubre 04, 2014

Música a la carta.

4 de Octubre - Calle Melancolía Bar Cultural, Tandil - Fernado Ceroli -"Música a la carta"

Aprovechando una escapada de fin de semana a la ciudad de Tandil, tuvimos  oportunidad de ir a escuchar a Fernando Ceroli, que actuaba en la ciudad que lo vió nacer.. Fernando es un viejo amigo que conocimos en tiempos de la Facultad de Psicología. Su historia es curiosa. Se recibió de psicólogo sobre el final de los '70,  en los tiempos bravos en que la carrera vió su cierre. Nunca quiso ejercer, prefiriendo combinar su actividad de guardavidas con las de vendedor de libros. En los comienzos de los '80, cuando todavía regía la dictadura, decidió irse del país.. Había estudiado piano de chico, aunque no había tocado mucho desde su adolescencia. Recaló en Mallorca, donde empezó tocando con grupos pero gradualmente fue adaptándose al mercado turístico y presentándose solo con sus teclados. Poco a poco fue adquiriendo las habilidades de piano bar y convirtiéndose en un maestro del género. Finalmente se estableció en el mercado de los cruceros de lujo, actividad que continuará un tiempo, aunque pareciera que de a poco quisiera ir regresando a nuestras costas y establecerse en Mar del Plata. Ahora cuenta con un repertorio inmenso...en un número que supera el mil, y que ofrece a sus oyentes a modo de menú para que elijan la canción o el género de su elección. 
La noche se presentaba fría y lluviosa en Tandil, pero poco a poco el bar se fue poblando de público. Arrancó con dos temas de Morton, como gesto de cortesía por nuestra presencia, pero luego se paseó tocando y cantando por donde lo llevó el capricho del público. Pudo satisfacer los pedidos más inverosímiles, y  por lo tanto generaba un clima participativo y festivo, donde algunos bailamos y todos cantaron. O sea la estrategia opuesta a la que empleamos los jazzeros, especialmente los que gustamos de someter a los que nos van a escuchar con nuestras extravagancias experimentales. Todo bien, es una forma necesaria de ejercer el arte....pero después no nos quejemos de que no ganamos un mango. Es una elección, y conlleva la responsabilidad de asumir su costo. Me niego a hacer una defensa romántica de nuestra postura. Al mismo tiempo sepamos valorar el oficio de quien se gana la vida dignamente con la música popular, y que lo hace con destreza e inteligencia.