domingo, julio 17, 2005

Jelly Roll Trío en Casa Azul (Sta. Clara)

En lo que va de este blog todavía no he hablado del Jelly Roll Trío. Ya habrá oportunidad de dedicarle más líneas, ya que se trata de un proyecto que me parece que va a ocupar cada vez más tiempo en lo que resta del año.
Santa Clara del Mar, es el lugar donde fuí criado, y es la sede de varias historias de alegrías y sufrimientos de mi historia personal. En esa saga hay un lugar muy especial para la familia de Juancho Orensanz. Ahora ocurre que Juancho ha logrado restituir un espacio muy cercano a la histórica Posta del Ángel, al que ha llamado la Casa Azul. Ahí ha establecido un centro cultural comunitario, donde se recrea el espíritu y se convocan los duendes de aquellas épocas tempranas de Sta. Clara, a las que les debo una ventana temprana al mundo del arte y la originalidad.
Ya hemos visitado la Casa Azul varias veces. Pero esta vez fué en pleno invierno. El frío me hizo recordar tantos inviernos santaclareños, acosados por el viento costero y la falta de medios para tener calefacción. Sin embargo un público solidario enfundado en sus abrigos, concurrió a presenciar un espectáculo que comenzó con el Dúo Cellocanto. En esta oportunidad, el dúo se concentró en su repertorio de tangos, cantados por Margarita Keudell, (heróicamente afinada pese a su resfrío) y acompañados por Carlos Mayer en violoncello virtuoso. Los sucedieron H.B Ruedas y .......? que juntaron literatura clásica, naifas, ninfas, tauras, taorminas, y otras bestias con música interpretada en flauta y saxo soprano.
Luego nos tocó el turno a nosotros, y tocamos con una alegría insospechada algunos estrenos cocinados en ensayos recientes, para luego disfrutar de vino, empanadas, y dips picantes, que terminaron de disipar los pocos restos de frío que quedaban en el lugar.
Agrego otro recuerdo inolvidable a los de mi infancia

jueves, julio 14, 2005

Resultados:

Buen intento de "usuario anónimo". Siga participando.
"Laci" acertó, pero debe de haber hecho trampa. No hay caramelo.

sábado, julio 09, 2005

Es Ledesma o Lacy?

Les proponemos esta encuesta a los lectores internacionales de nuestro blog. Entre los que acierten se adjudicará un primer premio consistente en un caramelo Mu-mú.

lunes, julio 04, 2005

Steve Lacy Memorial- 2-07-05 Villa Victoria

A Pablo Ledesma(sx) y a Pepe Angelillo(pno) los habíamos escuchado en otras oportunidades en compañía de Néstor Gómez(gtr), formando un trío excelente que abordaba standards con un criterio muy dúctil y original. Transmitían un clima camarístico que para nada disminuía la energía de un combo de jazz, pero con la ventaja de una libertad de interacción que a veces se ve encorsertado por una sección rítmica convencional.
Al presentarse en dúo, nos preguntábamos como iban a poder mantener el mismo nivel de excelencia, a la que tanto aportaba el talento de Gomez. Las dudas se despejaron al poco de iniciar el set en la pequeña pero hermosa sala de Villa Victoria. Nos sorprendieron con una selección de composiciones originales de Lacy, incluyendo otros autores que tuvieron vinculación con él, como lo fueron T. Monk y C.Mingus, además de un tema de Enrico Rava, del que supimos que había conformado aquel grupo original que tuvo su internación forzada en Bs.As en los obscuros días de Onganía.
La interacción constante entre el piano y el saxo, con arreglos inteligentes alternados con momentos de inspirada improvisación, se vieron enmarcados con cortos comentarios de Ledesma acerca de la saga de ese héroe de la improvisación creativa, Steve Lacy. Fué un músico que siempre me atrajo, quizás porque tenía el antecedente de haber tocado jazz tradicional en sus inicios, y de pertenecer a una vanguardia que tenía una mirada permanentemente orientada por el camino de sus antecesores en el género. También me atraía por haber sido compañero de aventura de otros músicos que yo admiraba durante mi estancia en Londres, en particular los de origen Sudafricano dedicados a la improvisación libre.
Tuve el privilegio de ser invitado a tocar un Blue Monk con ellos en los bises, y con esa experiencia, pude satisfacer, aunque fuera anacrónicamente, mi deseo incumplido de tener alguna participación en aquel movimiento.