lunes, noviembre 30, 2009

Jazz Attack en Moron

El sábado 28 pusimos proa a la tierra de Martin Sabatella para cumplir con una fecha dentro de un ciclo de jazz organizado por Rulo Vignolles, y apoyado por las gestiones de Pablo Gonzalez en la UTN. Complicaciones del traslado hicieron que llegáramos un poco tarde para la prueba de sonido. Ahí nos estaba esperando Rulo, que padecía de un ataque agudo del síndrome de Ferio Espinosa. ("Yo nunca más organizo nada").
Ya había caído la noche, y antes de tocar logramos hacer un pequeño paseo de reconocimiento del lugar. El Teatro Gregorio de Laferrere es una sala pequeña pero preciosa, ubicada como ala lateral de el edificio de la municipalidad de Moron, y forma un conjunto de arquitectura racionalista, realzado por el buen estado de conservación e iluminación. Está todo ubicado frente a una plaza principal, cuya contemplación creaba un extraño efecto de túnel del tiempo. Efectivamente, a una hora en que en otros lugares las plazas públicas empiezan a ser tomadas por fieritas capucha fumando paco, aquaí se veían familias paseando, círculos de adolescentes en ronda discutiendo vaya a saber qué, un escena de pueblo bucólico y tranquilo.
A sala llena comenzó el espectáculo con el Argenjazz de Rulo, esta vez con formato de combo de swing. Por primera vez pude escuchar al renombrado Mario Tegli en piano, el amigo Oscar Linero (Sr) propulsaba al modo de Gene Krupa, y había dos clarinetistas. En una muestra de como el jazz puede reunir generaciones, pude escuchar al veterano Coco Sofía, junto al joven Juan Manuel Klapenbach.
Nosotros subimos a continuación, y el público, aunque cautivado por los recursos del estilo swing, igual nos recibió con generosidad. Salvo los errores que inevitablemente se producen en las presentaciones en vivo, disfrutamos de un buen set.
Luego de celebrar con pizza y cerveza, hubo que llegar a Retiro para tomar un micro de vuelta. Consistió en una persecución automovilística al estilo de los Dukes de Hazard entre Pablo Juarez que llevaba a su contrabajo, su novia, que me llevaba a mí. LLegamos poco antes de las 2am, y bastante aliviado, pude subirme al último colectivo a Mar del Plata.

miércoles, noviembre 18, 2009

Volver a ser principiante

Recibí un llamado telefónico de Matías Rivara para sumarme a los ensayos de una big-band que han formado junto a Juan Mondón, quienes convocaron a un grupo numeroso de estudiantes de conservatorio. Al principio me resistí, porque mi última experiencia en un grupo numeroso debió interrumpirse porque no soporté el ritmo de ensayos. Esta vez cedí porque estando un tanto desocupado por el receso del JRT tenía ganas de tocar un poco. Además tenía curiosidad por ver lo que habían inventado estos dos muchachos que había conocido fugazmente mientras hicieron un pasaje por la banda armada por Leo Caldera.
Me encontré con un fenómeno bastante sorprendente. Se trata de una banda completa integrada con estudiantes de bastante buen nivel. En principio superior al mío. Tendré que transpirar para sostener mi lugar como tercera trompeta, y teniendo que tocar arreglos que me plantean mis consabidos problemas de lectura. Estos pibes de la generación compu-tech hakearon un sitio de venta de arreglos profesionales para bandas, y extrajeron todas las partes escritas por arregladores hiper-profesionales. Acción que desde el primer mundo podrían considerar delictivo, pero desde la perspectiva de nuestra situación, donde un músico joven que desea tocar un instrumento de viento debe luchar con obstáculos absolutamente inimaginables para un jovencito americano o europeo, me parece perfectamente justificado. Esta gente se reúne de un modo totalmente autogestionado a tratar de desarrollar habilidades de ensamble, y lo hacen fuera de todo soporte institucional. Quizás la banda que creó Leo es aún más meritorio, por el hecho de que hasta los arreglos surgen de su esfuerzo personal, sin guía ni tutelaje formal.
Este otro grupo en cambio, intenta acceder a un repertorio mucho más actual, y me parece una aspiración totalmente legítima. Trataré de acompañarlos mientras pueda, y de paso templo mi carácter en la disciplina de volver a la escuela a estudiar.